viernes, 8 de junio de 2012


Navegantes imaginarios.
Rafael Alfonso Pérez

A finales del año dos mil nueve, como una suerte personal a la que sumó el insomnio y las largas horas de desamor, la cerámica llenaría un espacio de tiempo y atención en la vida de este promotor cultural, desatando otra faceta dentro del mundo del arte; así como de la inventiva, la observación y la invocación de la infancia, surgirían los primeros barcos con sus representaciones marinas encrespadas y delirantes, cuyos tripulantes eran en un inicio conejos de pascua modelados cuidadosamente, como signos de la esperanza y retorno a los tiempos felices de una puericia agraciada.

Sin embargo, a mediados del año dos mil diez, punto de donde parte la selección de aproximadamente cincuenta piezas que se exponen en el Espacio Cultural Rancho Tecomate Cuatolco, en Tenango del Aire, Estado de México (conocida casa-museo del artista Nahum B. Zenil), se aprecia como los pequeños navíos encontraron otras soluciones formales que los alejaron parcialmente de la cerámica y los emparentaron con el objeto-arte, ya que se le añadieron pequeñas llantas de madera, metal, jade, ónix u otros materiales, así como vistosas velas compuestas de abanicos y servilletas de mesa, como símbolos del viento que les permite la propulsión (simbolizada por las ruedas), sobre la superficie del agua y las olas adornadas de chaquiras; así mismo, se les adhirieron peces de metal, vidrio u otros materiales.

Estas curiosas embarcaciones son tripuladas por los más diversos personajes, desde “Niños Dios”, príncipes y marineros, hasta animales domésticos o seres fantásticos, todo ello producto de la afición a acumular por más de veinte años de objetos diversos sacados de los llamados “mercados de pulgas”; es importante destacar que estos “cachivaches”, aparentes objetos inútiles y sin mucho valor, cobran en el entorno de la personalidad de su coleccionista e integrador, una lectura que refleja no únicamente la personalidad de Rafael, sino también su gusto por lo Kitsch, como una forma de nostalgia por lo cursi, eco de los estilos derivados de un pasado histórico prestigioso, que lo vincula a su vida provinciana de familia con un implícito acento de linaje.

Una cuestión que surge de la selección de estas “cosas” (como su autor mismo les diría) es el definir si ¿son arte? Si bien, éste novel creador se autodefine como artesano o hacedor de objetos insomnes, dándole importancia al tiempo que destina para su realización y las circunstancia que lo motivaron, cualquiera que pueda ser la definición de quien los elabora, ya sea como arte o como artesanía, hay que destacar por una parte una parcial articulación con la etimología propia de la palabra artesanía: artis-manus, que significa arte con las manos, lo cual es cierto; por otra parte, y aunque discrepamos del sentido peyorativo que se pretende dar a esta actividad con relación al arte, encontramos un lejanía con el trabajo de Rafael, ya que la artesanía encierra una labor de mano factura asociada con la identidad de un núcleo social o con una tradición cultural, lo cual no poseen estos objetos creativos-estéticos, ya que además de su singularidad, poseen características y elementos de diversos puntos del orbe, como soldados ingleses, matrioskas, porcelanas inglesas, alemanas o japonesas, artesanías de Colombia o Guatemala, así como abanicos antiguos o nuevos franceses o chinos, por citar algunos de sus elementos.


Sea cual sea el género, estamos ante un primer acercamiento al trabajo creativo de Rafael, sin contar por supuesto el escolar que realizara hace más de treinta años en su tierra natal (Mérida, Yucatán) en la escuela de Bellas Artes; ante a  un grupo de obra integrado por dos núcleos: uno netamente cerámico en el que se aprecia la interpretación de los navíos con sus oleadas efectuadas de esta materia, y el otro, logrado mediante una técnica en la que integra medios tradicionales de la cerámica con mecanismos y componentes no ortodoxos, en el que los elementos salen de su contexto cotidiano y cobran una intención distinta, la de un objeto reivindicado en algo que claramente se puede definir como arte-objeto.


Amílcar Lizardo